Ni me gustan las grandes aglomeraciones de gente, ni me atrae
disfrazarme. Tampoco me cautivan los cotillones ni comer uvas fuera de tiempo. Así
que en Nochevieja me encuentro absolutamente desplazado, fuera de sitio. Muy
pronto me pongo el atuendo más apropiado que tengo para tan señalada ocasión,
el pijama, y acompañado del utensilio más útil y complementario, el orinal,
desaparezco.
No hay duda. Me inclino mucho más por los santos y las
tradiciones que por los ritos vacíos no ha mucho incorporados al calendario.
“Al fin de año, San Silvestre”. Tampoco es que mi opción
sea ponerme unos calzones deportivos y dedicarme a correr despavorido por las
calles de la ciudad. Pero es que el santoral indica que el 31 de diciembre se
recuerda a este sumo pontífice que construyó la primera basílica de San Pedro
en el Vaticano, reunió el concilio de Nicea del año 325, y bautizó al primer emperador
cristiano, Constantino, para morir el último día del año del 335.
El papa Silvestre I con Constantino |
Lo menos bueno
es que el santo por el que tanto se afanan los korrikolaris ha eclipsado a
Santa Columba, una virgen y mártir con hasta hace no demasiado tiempo, mucho más
arraigo en nuestras tierras que el Papa romano. Una tradición señala que su
cuerpo se encuentra en la localidad riojana que lleva su nombre: Santa Coloma.
Santa Culomba, o Colomba o Coloma, procedía de una adinerada familia de Tricio,
ocupado entonces por los moriscos. Uno de ellos, lascivo infiel, intentó convertirla en su esposa por las bravas.
Apoyada por su familia para no renunciar a su fe, huyó a una cueva cercana. Detenida
y decapitada, sus restos reposan en la iglesia del pueblo.
Decapitación de Santa Culomba |
Otras leyendas colocan a Santa Culomba, seguro que no la
misma Culomba aunque con una historia muy similar a la riojana, en otros
lugares. A los 16 años huyó de su Hispania natal intentando escapar de las
persecuciones del emperador Aureliano. Como ocurre casi siempre, fue localizada
y capturada. En prisión, uno de los guardianes intentó violarla, pero un oso
que se encontraba en un anfiteatro cercano atacó al vil custodio y la rescató.
Poco le duró la alegría, ya que pronto fue decapitada en Meaux, Francia. Esta
Santa Columba gozaba de gran devoción en al menos tres monasterios navarros
dedicados a su figura: uno en Arre, otro en Iriberri y un tercero en la foz de Azpurz. También es
titular de ermitas en Sada, Navascués, Esnoz y Meoz. ¿Tendrán algo que ver el
Meaux francés y el Meoz navarro de tan similar pronunciación? E incluso, en la
Catedral de Pamplona, en la parte baja del retablo de San Agustín, existe una
urna relicario que alberga el cuerpo “momificado” de Santa Columba que en 1731
hizo traer desde Roma el arcediano Pascual Beltrán de Gayarre. La realidad es
que no es una momia, es lo que la iglesia denomina “corposanto”, un cuerpo
reconstruido a partir los restos de la santa.
Ermita de Santa Culomba en Meoz (Navarra) |
Retablo de San Agustín y urna abierta con el corposanto de Santa Culomba en la Catedral de Pamplona |
Por todo ello, hoy, cuando llegue la hora, unos rezos a
Santa Columba, y a “solemnizar” la salida y entrada de año en la cama.