jueves, 31 de diciembre de 2015

Un fin de año diferente

Ni me gustan las grandes aglomeraciones de gente, ni me atrae disfrazarme. Tampoco me cautivan los cotillones ni comer uvas fuera de tiempo. Así que en Nochevieja me encuentro absolutamente desplazado, fuera de sitio. Muy pronto me pongo el atuendo más apropiado que tengo para tan señalada ocasión, el pijama, y acompañado del utensilio más útil y complementario, el orinal, desaparezco.

No hay duda. Me inclino mucho más por los santos y las tradiciones que por los ritos vacíos no ha mucho incorporados al calendario.

“Al fin de año, San Silvestre”. Tampoco es que mi opción sea ponerme unos calzones deportivos y dedicarme a correr despavorido por las calles de la ciudad. Pero es que el santoral indica que el 31 de diciembre se recuerda a este sumo pontífice que construyó la primera basílica de San Pedro en el Vaticano, reunió el concilio de Nicea del año 325, y bautizó al primer emperador cristiano, Constantino, para morir el último día del año del 335.

El papa Silvestre I con Constantino
Lo menos bueno es que el santo por el que tanto se afanan los korrikolaris ha eclipsado a Santa Columba, una virgen y mártir con hasta hace no demasiado tiempo, mucho más arraigo en nuestras tierras que el Papa romano. Una tradición señala que su cuerpo se encuentra en la localidad riojana que lleva su nombre: Santa Coloma. Santa Culomba, o Colomba o Coloma, procedía de una adinerada familia de Tricio, ocupado entonces por los moriscos. Uno de ellos, lascivo infiel,  intentó convertirla en su esposa por las bravas. Apoyada por su familia para no renunciar a su fe, huyó a una cueva cercana. Detenida y decapitada, sus restos reposan en la iglesia del pueblo.

Decapitación de Santa Culomba
Otras leyendas colocan a Santa Culomba, seguro que no la misma Culomba aunque con una historia muy similar a la riojana, en otros lugares. A los 16 años huyó de su Hispania natal intentando escapar de las persecuciones del emperador Aureliano. Como ocurre casi siempre, fue localizada y capturada. En prisión, uno de los guardianes intentó violarla, pero un oso que se encontraba en un anfiteatro cercano atacó al vil custodio y la rescató. Poco le duró la alegría, ya que pronto fue decapitada en Meaux, Francia. Esta Santa Columba gozaba de gran devoción en al menos tres monasterios navarros dedicados a su figura: uno en Arre, otro en Iriberri y un  tercero en la foz de Azpurz. También es titular de ermitas en Sada, Navascués, Esnoz y Meoz. ¿Tendrán algo que ver el Meaux francés y el Meoz navarro de tan similar pronunciación? E incluso, en la Catedral de Pamplona, en la parte baja del retablo de San Agustín, existe una urna relicario que alberga el cuerpo “momificado” de Santa Columba que en 1731 hizo traer desde Roma el arcediano Pascual Beltrán de Gayarre. La realidad es que no es una momia, es lo que la iglesia denomina “corposanto”, un cuerpo reconstruido a partir los restos de la santa.

Ermita de Santa Culomba en Meoz (Navarra)
Retablo de San Agustín y urna abierta con el corposanto de Santa Culomba en la Catedral de Pamplona
Por todo ello, hoy, cuando llegue la hora, unos rezos a Santa Columba, y a “solemnizar” la salida y entrada de año en la cama.