miércoles, 23 de marzo de 2016

Todo rico, rico… y ahumado

En un lujoso restaurante de Milán, la señora Claypool, una viuda ingenua y adinerada con porte aristocrático, lleva esperando una hora a su compañero de cena, Otis B. Driftwood. El camarero se presta a buscarlo para lo que se desplaza por todo el local vociferando su nombre. Resulta que el caballero, de cejas pobladas, enorme bigote y gafas de cristal, estaba sentado en la mesa de al lado departiendo con otra mujer enarbolando un formidable habano del que salen enormes humaradas. El señor Driftwood rápidamente cambia de pareja para dejarse invitar por Mrs. Claypool. 


La escena pertenece a “Una noche en la ópera” (1935), probablemente la mejor película de los hermanos Marx. La viuda Claypool es interpreta por Margaret Dumont, mientras que el genial Groucho Marx da vida al locuaz Otis B. Driftwood con su descomunal puro y bigote de pega, pintado. En el invierno de 1921, el día que nació su primer hijo, Groucho llegó tarde al teatro y, para ganar tiempo, en lugar de colocarse el postizo, se tiznó bajo la nariz con betún. Años más tarde, la primera vez que se dejó filmar, se presentó ante las cámaras de esa misma guisa. El filmador le solicitó que lo cambiase por otro de pelo, pues el brillo del mástique reflejaba en la nariz del actor. Ante su ataque de furia, el departamento de maquillaje logró solucionar el desaguisado, ya que Groucho manifestó que defendería a tiros su bigote artificial, un icono que todavía pervive en la memoria del humor. “Una noche en la ópera” es el film del camarote de los hermanos Marx y de “la parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte”.

 

Cualquiera que entré a tomar algo en el bar El Ruedo de Pamplona, y pese a que el 2 de enero de 2011 entró en vigor la ley de medidas sanitarias frente al tabaquismo, se puede encontrar una situación relativamente similar a la descrita. Cambiará el local, mucho menos elegante, y también que el puro no se lo estará fumando el cliente sino la persona que está detrás de la barra, de doble volumen que Groucho pero ni con la décima parte de presencia, refinamiento o porte aristocrático. Tal vez, en lo único que podría superar al genial humorista es en la excelencia del cigarro, este se los trinca cubanos y de los mejores. Igual tendría que acordarse del tercero de los hermanos Marx cuando al comentar que “a mí también me gusta mucho mi puro, pero de vez en cuando me lo saco de la boca”.


Probablemente yo sea un intolerante integrista antitabaco, pero me niego a convertirme en un fumador pasivo más. Así que hace unos meses decidí escapar del humeo de la tasca y no entrar más. Al fin y al cabo todavía estoy en condiciones de elegir donde invierto mi dinero pensando en mi salud. Por supuesto, todos los locales de la zona prohíben fumar, ¡cómo debe ser! En eso me da la razón la Ley 42/2010, de 30 de diciembre de 2010, por la que se modifica la ley 28/2005, de 26 de diciembre, de medidas sanitarias frente al tabaquismo y reguladora de la venta, el suministro, el consumo y la publicidad de los productos del tabaco. Hace tiempo, nada más entrar en vigor la norma, ya le impusieron una multa, pero no escarmentó. Así que vuelvo a Groucho: “Jamás aceptaría pertenecer a un club que admitiera como miembro a alguien como yo”.

Artículo 7. Prohibición total de fumar.
Se prohíbe totalmente fumar, además de en aquellos lugares o espacios definidos en la normativa de las Comunidades Autónomas, en...
u/ Bares, restaurantes y demás establecimientos de restauración cerrados.
Ley 42/2010, de 30 de diciembre de 2010, por la que se modifica la ley 28/2005, de 26 de diciembre, de medidas sanitarias frente al tabaquismo…

Según los expertos, ser fumador pasivo implica fumarse un cigarro a la hora, más de un paquete al día, sin ser fumador. El “humo de segunda mano” contiene más de 4500 sustancias de las que unas 40 acercan al que las ingiere a varios tipos de cánceres. El "humo de segunda mano” mano irrita la nariz, los ojos y la garganta; es perjudicial para los pulmones produciendo molestias en el pecho, toses al tiempo que reduce la función respiratoria; estropea más del 30% del sistema cardiovascular, etc… Así que procuro estar lejos de lugares cerrados en los que permiten echarse un pitillo, o varios.


Lo más lamentable del caso es que el “señor del puro” cuida mucho la barra de pinchos y procura dar comidas y cenas de calidad. El problema es que todos son productos humeados, o mejor, ahumados. Y es que siempre se le puede ver detrás de la barra cocinando con su enorme puro en la boca. Casi seguro que la manduca y las tapas de El Ruedo contienen dos productos que difícilmente se podrán encontrar en los de la competencia: el humo y la ceniza desprendidos de los cigarros. El Ruedo ha alcanzado la especialidad máxima en viandas ahumadas, el 100% de lo que sirve. 


El colmo es que se muestra muy enojado porque no acudo a su brumoso establecimiento. ¡Qué poca capacidad de reflexión! ¿Dónde están Alfredo, Txuma, Alfonso o Fernando, y otros tantos clientes, ya ex clientes, que han tomado la misma decisión que yo? No creo que vuelva nunca. Pero si lo hago, al entrar me veré obligado, igual que lo hacía Groucho en "Animal Crackers" (el conflicto de los Marx), película de 1930, a preguntarle “¿Le importa si no fumo?”.