A
mitades de noviembre llega a Holanda el obispo San Nicolás, Sinterklaas (de
aquí viene el término Santa Claus). San Nicolás vive en España, algunos creen
que en Alicante, y se dedica a anotar libro rojo muy viejo el comportamiento de
los niños holandeses durante todo el año.
En las primeras semanas del mes de
noviembre embarca en su navío de vapor lleno de regalos. Nada más bajarse del
bajel al llegar a las costas holandesas, monta en un caballo blanco llamado
Amerigo para pasar unos días recorriendo los Países Bajos, país en el que no
conocen la fiesta de los Reyes Magos. Dado que el trabajo de San Nicolás es muy
duro, le acompañan tres ayudantes llamados Pedrito el Negro (Zwarte Piet), que
bien pueden ser unos demonios a los que el santo obligaba a realizar buenas
acciones o unos deshollinadores italianos (lo que explicaría su cara tiznada). La
víspera del día dedicado a San Nicolás, o sea la noche del 5 al 6 de diciembre,
niños y adultos intercambian los obsequios traídos por el santo, siempre que se
hayan portado bien, mientras recitan originales poemas. Al mismo tiempo,
Pedrito el Negro lanza unas galletitas especiadas llamadas pepernoot (pepernoten
en plural), cuyo nombre significa nuez especiada. Otro de los regalos que deja
Sinterklaas es una letra de chocolate con la inicial del nombre para cada
holandés. También hay un castigo terrible para los que han sido malos: San
Nicolás se los trae a España metidos en un saco.