miércoles, 14 de diciembre de 2016

Doru, el niño rumano y el milagro de Navidad


En las afueras de un pueblo rumano llamado Bolea había un bosque con un pozo muy profundo del que salían unos lastimosos quejidos. Los habitantes de Bolea creían que el pozo, o su posible habitante, podían ser peligrosos. Por ello, acostumbraban a echar comida para que “la cosa” no les atacara. Pese a que en fechas tan señaladas como San Dumitru y St. María Mare aumentaban las ofrendas, en invierno no se acercaban al lugar.


En Bolea tenían envidia de la iglesia de madera de Bostea, la aldea vecina y todos deseaban construir una similar. Todos, incluido Doru, el hijo de una viuda que vivía en una choza a las afueras de Bolea y a la que todos llamaban “la pobre Mará” por lo poco que tenía para vivir.

Doru era muy creyente, y cada domingo ayudaba al pope, al que escuchaba con devoción. En una de sus homilías, se dirigió a los habitantes de Bolea  para recaudar el dinero suficiente como para levantar una nueva iglesia mayor que la de Bostea. Era una mala época para Doru, tenía siete años y su madre estaba muy enferma. Cada día debía llevar leña a casa para mantener el fuego y que la pobre Mará se mantuviera caliente, tenía que cocinar, cuidar la casa, etc. Cuando se madre no se enteraba, se escondía en un rincón para rezar y llorar. No se sentía muy feliz.

El día anterior a Navidad, el pope le entregó una vela y cinco cerillas como pago a su ayuda en la iglesia. Se abrigó mucho y decidió dirigirse a Bostea para hacer una ofrenda y pedir la curación de la pobre Mará.


Trató de evitar el pozo, pero se equivocó y de pronto se encontró al borde del agujero, del que manaban unos extraños ruidos. Asustado, se dio cuenta de que no estaba solo, alguien que parecía un niño estaba llorando. ¿Quién podría estar allí abajo? Déjame salir, le dijo el chiquillo, tírame la vela, tengo frío. No puedo tirar la vela, mi madre se está muriendo, voy a la iglesia de Bostea a poner una luz delante de la imagen de la Virgen. Hay muchas candelas allí, el Santísimo siempre está iluminado y yo tengo mucho frío, dame tu luz. Todas las luces encendidas no son mi luz y no puedo conseguir otro cirio. En el nombre del bendito Niño de la Santa Virgen, dame tu vela. En la noche de su nacimiento, ¿se puede denegar cualquier oración?


Al final Doru cedió y se sacrificó lanzando su vela y las cinco cerillas al fondo del pozo. De pronto empezó a sonar música de arpas y apareció una luz intensa que salía del hoyo. El corazón de Doru se llenó de alegría, un bebé extraordinario de hermosa cara y rizos de oro surgió del pozo, un niño hecho luz. Gracias, te has arriesgado a perder lo que parecía tu última esperanza. Ve a casa, tu madre te está esperando. Y lleva tu vela a la vieja iglesia de Bolea, es tan santa como cualquier otra. Al llegar a su casa Doru encontró a su madre, la pobre Mará, con una gran sonrisa y sin rastro de su enfermedad. Después fue a la antigua iglesia de madera, donde colocó su vela. Era la única que estaba encendida, pero su luz iluminaba todo el humilde santuario. Ahora era mucho más bello que la iglesia de Bostea. El amor de Doru había provocado el milagro.

Que estas Navidades encuentres la luz que emana del Niño Dios, y que el año 2017 te colme de éxitos.