El artículo 84 del último
Código Civil aprobado en Rumanía, que se promulgó tras la revolución de 1991,
estableció que a los recién nacidos no se les pueden poner nombres ridículos o
indecentes, u otros que vayan contra las buenas costumbres, contra el orden
público o contra los intereses del bebé. Pese a la norma, en 2010 todavía se
contabilizaban más de 600 desafortunados rumanos llamados Bounegru, Toro Negro.
Nosotros llegamos a Bucarest un 6 de julio, precisamente huyendo de los toros
negros que en estas fechas corren el encierro de nuestra gloriosa ciudad en unas fiestas que no tienen igual en el mundo
entero, los Sanfermines de Pamplona.